jueves, 17 de septiembre de 2009

Nota de la Colección Piedra/Sangre en el Diario "La República" por Abelardo Oquendo


Reproducimos en la presente entrada, la nota que hiciera el periodista Abelardo Oquendo sobre la publicación de la Colección Piedra/Sangre muestra poética del 2000, co-editada por Lustra editores y el Centro Cultural de España.

Sin grandes miradas
(por Abelardo Oquendo)

El hecho de aparecer como la primera hornada poética peruana del tercer milenio ha resultado favorable a quienes la constituyen. Su coincidencia con el siglo XXI propició que se empezara a mirar la “poesía post 2000” con expectativa, inclusive que se especulara y se escribiera en torno de ella. Materialmente, el fruto más visible , plausible y también insólito de esto fue la Colección Piedra/Sangre que, integrada por 15 bien cuidados tomitos con pasta dura, dio a la luz, como una “muestra poética del 2000”, otros tantos poemarios de autores jóvenes. Nunca entre nosotros hubo un esfuerzo editorial semejante para difundir voces nuevas. Lo hicieron el Centro Cultural de España y Lustra editores.

Fuera de la caja que contiene esa Colección, un decimosexto volumen difundió “Algunos apuntes sobre la poesía peruana última (1988-2008)” con este título: La hegemonía de lo conversacional. En él José Carlos Yrigoyen ensaya una visión panorámica, con rasgos polémicos, de nuestra poesía de esos años y le sirve de prólogo a la Colección. Porque otro de los privilegios de los poetas cobijados bajo el naciente milenio es que se les recibe como si constituyesen ya eso que suele llamarse una ‘generación’.

Hacia finales del siglo XX se produjeron artículos y ensayos que, dentro de la discusión sobre una pretendida decadencia del quehacer poético nacional del último cuarto del siglo, implicaban miradas a esa etapa que iban más allá de las habituales caracterizaciones de grupos y de la socorrida sumatoria de tratamientos individuales de los autores de mayor relieve. Como es el caso ahora de Yrigoyen, una parte de esos trabajos –los de mayor interés– se debe a ‘críticos practicantes’, a poetas (Luis Fernando Chueca, Rodrigo Quijano, Mauricio Medo, entre ellos). Dato curioso si se tiene en cuenta que las grandes miradas sobre la poesía peruana –que no deben confundirse con la revisión de las obras de sus poetas– son escasas en la bibliografía de nuestros críticos de profesión. Nuestras historias de la literatura y nuestras antologías generales deberían albergarlas, pero aquellas han sido hasta ahora poco esforzadas al respecto y de estas solo un par de prólogos acuden fácilmente a la memoria: el de Alberto Escobar (1965, ampliado en 1973) y el de Ricardo González Vigil (1999). Como una estrella solitaria brilla, lejano, el estudio de Luis Monguió –La poesía postmodernista peruana (1954)– esperando su reedición, y que se siga su ejemplo.

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