martes, 29 de noviembre de 2011

Nota sobre Ruido Blanco (Lustra, 2011) en La República

Reproducimos la nota que sobre el poemario Ruido Blanco (Lustra, 2011) de Mario Pera publicó Javier Ágreda el día 28/11/11 en el diario La República.






Ruido blanco


Por: Javier Ágreda




Dos años después de su auspicioso primer libro –Preparaciones anatómicas (2009)– el poeta Mario Pera (Lima, 1981) reúne en Ruido Blanco (Lustra, 2011) un conjunto de 20 poemas que nos remiten (a través de imágenes contradictorias y símbolos de muerte y destrucción) a un mundo de sombras, fuego y cenizas. En este escenario apocalíptico, en el que el tiempo no transcurre, el yo poético se cuestiona obsesivamente acerca del destino y el sentido de la existencia humana.

En la búsqueda de certezas, se apela a los vínculos familiares (la figura de la madre, la paternidad) como a la propia vocación literaria o artística; pero más que nada al cuestionamiento de la fe, los ritos y los mitos relacionados con el catolicismo. Es el tema dominante, como se puede apreciar desde los títulos de los textos (“Auto de fe”, “Oteando el Edén”, “Miserere”, etc.), y se llega hasta a la identificación del poeta con Cristo: “mi sangre… / se hizo un río de muerte que corona el Gólgota”.

Pero estos poemas no parecen ir más allá del escepticismo irónico o de un nihilismo bien expresado en lenguaje lírico. Haría falta un mayor desarrollo, textos de mayor aliento, para que el poeta reflexione con más fundamentos acerca de los temas que aborda o aquello que critica. A eso se suman algunos excesos formales, como el abuso de las citas y alusiones “cultistas”. Ruido blanco no llega a superar a Preparaciones anatómicas, pero sí confirma la calidad y el interés de la poesía de Mario Pera.



sábado, 19 de noviembre de 2011

Entrevista a Mario Pera en el diario El Peruano (17/11/2011)

Reproducimos la entrevista que efectuó Ernesto Carlín a Mario Pera para el diario El Peruano (17/11/2011) respecto a la publicación del poemario Ruido Blanco (Lustra, 2011).


Acaba de aparecer en librerías Ruido Blanco, segundo poemario de Mario Pera. Conversamos con el autor.

Lo que se ve en este libro son bastantes referencias religiosas, a pesar que la voz poética se revela como agnóstica. ¿Cómo nace esta temática?

- La temática ya estaba presente en mi primer libro Preparaciones anatómicas. Creo que tengo tres temas claros. Uno es el religioso, que siendo ex alumno de un colegio católico, sí me motiva a expresarme a pesar de ser agnóstico. Supongo que se mantendrá por unos cuantos poemarios más. También están presente el tema de la familia y de la muerte, formando un triángulo. La muerte de mi papá, mezclada con lo religioso, con no creer en la vida después de la muerte, a mí por lo menos me deja la pregunta de qué va a pasar ahora, si ya no lo voy a volver a ver.

La continuidad de la familia es otra motivación de tu poemario. Hablas, no sólo del padre, sino de la madre y de un posible hijo.

- Va por allí. Me baso más en este libro en referentes culturales que en el anterior para poder expresarme a través de ellos. Hay referencias al Dios cristiano, pero también al Ulises griego, o a Atila, o a un soldado que se prepara para la batalla en Aleppo. Son como mi alter ego o una voz que yo utilice.

Se nota también que no alude a lo popular, prefiriendo lo culto, como en el poema en que se nombra a Maiacovski.

- Ese título se debe a que leí una antología a este poeta ruso y me motivó a escribir. Es un guiño bastante claro y evidente poner su nombre en el poema, y hablar un poco como percibo yo que él percibía para expresarme.

En parte del libro, como en los versos que hablan que “Por primera vez / suda frente a la Cruz / un hombre que ya ha muerto” juegan entre cuestionar o no a la religión.

- El cuestionamiento no es tan directo como en el anterior, en que hacía poco mi padre había muerto. En éste yo lo siento más liberado. El otro es más rígido y duro. El actual es más manejable y maleable, desde la armonía y la cadencia.


(fuente: Diario El Peruano)

martes, 15 de noviembre de 2011

Reseña de Ruido Blanco (Lustra, 2011) por el poeta Diego Molina Rey de Castro



And now I’ll be at
liberty to enjoy the whole truth in one soul and one body

Arthur Rimbaud


Intentando leer algunos estudios que fusionan lo que es sonido con matemática, se podría decir lo siguiente: el ruido blanco es una señal que contiene todas las frecuencias y todas ellas muestran la misma potencia. Igual como la luz blanca contiene a todos los colores. Por eso el nombre. Es decir, todas las frecuencias, que juntas se hacen ilegibles, pero al unirlas en la misma potencia dan como resultado una sola señal.
Así también, el ruido blanco es el residuo que queda después de extraer toda la redundancia a un proceso estocástico. En suma, cuando un componente caótico, impredecible, o una serie de variables aleatorias «evolucionan» en función a otra variable estable, «generalmente el tiempo». El resultado de eso, en términos estadísticos, es el ruido blanco.
En el mismo sentido, el último poema del libro de Mario Pera se llama «Después del Caos» y sus últimas líneas sentencian la epifanía producida en el ejercicio del libro. Y es que Ruido Blanco de Mario Pera es la «recepción» de todas las frecuencias que percibe la antena del poeta y que van siendo «traducidas» a través de una variable, de una sola potencia: la poesía.
Para el autor, sin la poesía, todos esos «ruidos» externos, internos, aprendidos, familiares, soñados, históricos, deseados, religiosos, etc. son imposibles de aprehender. La palabra le permite a Mario Pera, y/o a su yo poético, coger esos ruidos, esas frecuencias, para encontrar su propia voz, su propia razón de ser. En suma, su propia señal que le dará su sentido en el Mundo. El resultado de esta gran tarea es Ruido Blanco.
Esta urgente necesidad de sintonización con el caos es un punto de inflexión que sucede en varios poetas cuando encuentran, en la poesía, la señal para descubrir su destino. Pero esto obliga a «fundirse» en la suma de todos los ruidos, cuya mejor analogía es el Infierno. Este proceso, que es como la aplicación de la Teoría del Todo a uno mismo, tiene su exponente más simbólico en Una Temporada en el Infierno de Arthur Rimbaud.

Mario Pera en el Infierno
Entonces, permítanme resaltar algunas similitudes y diferencias entre ambos libros. No en el sentido estilístico, ya que la obra de Rimbaud es narrativa, casi teatral, sino más bien en el puro estado del ser y la intensión. Al igual que el escritor francés, Mario Pera ha descendido a sí mismo —como dice Jerónimo Pimentel en la contraportada—, para encontrar si lo que —como ser humano, como escritor— es suficiente para obtener una justificación a la existencia como especie, y a la suya propia. Este libro se confiesa único ante el momento por el que pasa el escritor: «Nunca he escrito sobre esto. Algunas veces apreté mi puño contra la hoja vacía, y todo fue inútil, las palabras se quebraron sobre el papel». Dice Mario Pera en el poema titulado «Se sueltan las amarras».
Vamos desde el principio: mientras esa búsqueda capital le exige a Rimbaud desentrañar a sus ancestros y la historia de Francia, para Mario Pera, el comienzo de esta aventura es más personal, se inicia con sus padres. «Mi madre no se llama María, no es virgen, ni hubiese permitido que me flagelaran, tolerándolo en sosiego». Estos son los primeros versos del primer poema. La imagen de la madre es relativamente recurrente en el libro, ella es el origen de la moral cristiana —la simbología cristiana sí es constante en varios versos— que el poeta siente que traiciona, ya que no es parte de su naturaleza: «el rosario de mi madre, que arde bajo mi almohada». Esto mismo le sucede a Rimbaud con la moral cristiana y, en general, con las directrices de la civilización. Esto le genera un severo cuestionamiento en lo más profundo del infierno. En el caso de Mario Pera, el cuestionamiento se da por momentos muy definidos, como en «Auto de fe» donde confiesa que «extraña la vida», porque sabe que su destino, erguido por su naturaleza, es cercano a la muerte.
Regresando a la vía de su destino, el poeta se reconoce un mal hijo, un agnóstico, un onanista, «yo también soy un traidor —nos dice en “Oración del Clochard Moribundo”—vendí mi nombre, y mi voz la enclaustré eternamente en el llanto de mi madre». Se nos devela entonces, en esta inmersión, en este soliloquio, que el poeta es como Judas, y, aunque posiblemente correrá la misma suerte, decide proseguir su camino.
Pero la analogía del yo poético se da más veces con Cristo, en el sentido de continuar con un destino que, movido por sus convicciones y su naturaleza, tiene un destino fatal. Esto resulta un tanto irónico a primera vista, ya que rechaza la moral cristiana más no a su forjador. Visto con otros ojos, se trata de la intriga de encontrarse con uno mismo y todas sus contradicciones, al igual como le sucede a Rimbaud. Pero el poeta se concibe profeta, «el de la orfandad», pagano y amoral, ése es el abismo que descubre en sí, un abismo ciego, «que fluye por los otros caminos del planeta, hundiendo su tiempo, en el tiempo de lo divino». El aventarse a ese abismo interno es el gran cuestionamiento del escritor y, en donde, como veremos más adelante, se encuentra siempre la poesía.
De ahí viene su identificación con Los Malditos, quienes «cabalgan devotamente, uno tras otro, apretando el carbón de la locura contra su alma». Si bien esta imagen los identificaría con los jinetes del Apocalipsis, lo cierto es que es la «locura blanca» la que los guía, la que atrae al poeta y que se refiere al «maldito trabajo de escribir». Pues la naturaleza terrible que ensalza y que genera tanto dolor al escritor no es su forma de vida, o su moral intrínseca, como sí sería el caso de Rimbaud.
Su grave problema es el haber sido elegido para escribir, para ser poeta. Las consecuencias de ello destilan en el poemario, es por ello que Mario Pera se cuestiona e intenta ser lo más sincero consigo mismo que pueda. Esa es la maldición que acosa al poeta y que, como en Una Temporada en el Infierno, exige dejar la infancia y todo lo aprendido, para poder escribir «un poema como el oro más puro», aunque tenga sabor a desesperanza, pero que, aunque muerto, todavía puede recibir la santidad. Es, en este sacrificio, de muerte de la persona, en la que debe resucitar, más allá del escritor o el yo poético, los poemas en sí. Aquellos que no volverán a su creador.

Epílogo
A manera de conclusión: Mario Pera nos guía, a través de estos poemas, por todos los «ruidos» de su vida, que van siendo canalizados por lo más profundo de la naturaleza del autor, en la búsqueda de una razón de existir que le dé el sentido al Universo. Entonces, la señal que le ha permitido interpretar la realidad es, en sí, la respuesta. El autor encuentra, entonces, que su verdadera labor es la trascendencia a través de la escritura, aunque esto sea, al mismo tiempo, una maldición. Este sacrificio permitirá —como él mismo dice— «Rehacer la fe y la eternidad/ sobre los muros desordenados del Edén».

miércoles, 26 de octubre de 2011

Presentación del poemario "Ruido Blanco" de Mario Pera

La presentación se llevará a cabo en el auditorio del primer piso del ICPNA - sede Miraflores, el jueves 10 de noviembre a las 7:00 pm. Los presentadores serán Diego Molina Rey de Castro y Jerónimo Pimentel. Moderación a cargo de Víctor Ruiz Velazco.

sábado, 9 de julio de 2011

Centenario de E. A. Westphalen (1911-2011)

Lustra Editores celebra el centenario del nacimiento de uno de los más grandes poetas peruanos y universales, Emilio Adolfo Westphalen (Lima, 1911-2011).



Aquí algunos poemas de Westphalen:



Mundo mágico
Tengo que darles una noticia negra y definitiva
Todos ustedes se están muriendo
Los muertos la muerte de ojos blancos las muchachas de ojos rojos
Volviéndose jóvenes las muchachas las madres todos mis amorcitos
Yo escribía
Dije amorcitos
Digo que escribía una carta
Una carta una carta infame
Pero dije amorcitos
Estoy escribiendo una carta
Otra será escrita mañana
Mañana estarán ustedes muertos
La carta intacta la carta infame también está muerta
Escribo siempre y no olvidaré tus ojos rojos
Es todo lo que puedo prometer
Tus ojos inmóviles tus ojos rojos
Es todo lo que puedo prometer
Cuando fui a verte tenía un lápiz y escribí sobre tu puerta
Esta es la casa de las mujeres que se están muriendo
Las mujeres de ojos inmóviles las muchachas de ojos rojos
Mi lápiz era enano y escribía lo que yo quería
Mi lápiz enano mi querido lápiz de ojos blancos
Pero una vez lo llamé el peor lápiz que nunca tuve
No oyó lo que dije no se enteró
Sólo tenía ojos blancos
Luego besé sus ojos blancos y él se convirtió en ella
Y la desposé por sus ojos blancos y tuvimos muchos hijos
Mis hijos o sus hijos
Cada uno tiene un periódico para leer
Los periódicos de la muerte que están muertos
Sólo que ellos no saben leer
No tienen ojos ni rojos ni inmóviles ni blancos
Siempre estoy escribiendo y digo que todos ustedes se están muriendo
Pero ella es el desasosiego y no tiene ojos rojos
Ojos rojos ojos inmóviles
Bah no la quiero

El sueño
Los gérmenes poéticos del sueño resultaron ser, no como los pobres profesores, los mezquinos críticos realistas trataron de hacernos creer, un nuevo paraíso inalcanzable, un espejismo, sino los gérmenes nocivos y actuante, los útiles reactivos para corroer la infame realidad. El sueño no es un refugio sino un arma.
Los malos instintos de libertad danzan su ronda diabólica. ¡Fuera la conformidad, la resignación, la medianía!. En su esputo negro ahóguense
los bellacos, los explotadores, los que aprovechan la miseria de los más, y la maldita clerigalla, y el abominable espíritu religioso, y los fantasmas cristianos, y los mitos del capital, y la familia burguesa , y la patria infamante.
La libertad del hombre, es decir, el sueño acuñado en la realidad, la poesía hablando por la boca de todos y realizándose, concreta y palpable, en los actos de todos.

He dejado descansar...
He dejado descansar tristemente mi cabeza
En esta sombra que cae del ruido de tus pasos
Vuelta a la otra margen
Grandiosa como la noche para negarte
He dejado mis albas y los árboles arraigados en mi garganta
He dejado hasta la estrella que corría entre mis huesos
He abandonado mi cuerpo
Como el naufragio abandona las barcas
O como la memoria al bajar las mareas
Algunos ojos extraños sobre las playas
He abandonado mi cuerpo
Como un guante para dejar la mano libre
Si hay que estrechar la gozosa pulpa de una estrella
No me oyes más leve que las hojas
Porque me he librado de todas las ramas
Y ni el aire me encadena
Ni las aguas pueden contra mi sino
No me oyes venir más fuerte que la noche
Y las puertas que no resisten a mi soplo
Y las ciudades que callan para que no las aperciba
Y el bosque que se abre como una mañana
Que quiere estrechar el mundo entre sus brazos
Bella ave que has de caer en el paraíso
Ya los telones han caído sobre tu huida
Ya mis brazos han cerrado las murallas
Y las ramas inclinado para impedirte el paso
Corza frágil teme la tierra
Teme el ruido de tus pasos sobre mi pecho
Ya los cercos están enlazados
Ya tu frente ha de caer bajo el peso de mi ansia
Ya tus ojos han de cerrarse sobre los míos
Y tu dulzura brotarte como cuernos nuevos
Y tu bondad extenderse como la sombra que me rodea
Mi cabeza he dejado rodar
Mi corazón ha dejado caer
Ya nada me queda para estar más seguro de alcanzarte
Porque llevas prisa y tiemblas como la noche
La otra margen acaso no he de alcanzar
Ya que no tengo manos que se cojan
De lo que está acordado para el perecimiento
Ni pies que pesen sobre tanto olvido
De huesos muertos y flores muertas
La otra margen acaso no he de alcanzar
Si ya hemos leído la última hoja
Y la música ha empezado a trenzar la luz en que has de caer
Y los ríos te cierran el camino
Y las flores te llaman con mi voz
Rosa grande ya es hora de detenerte
El estío suena como un deshielo por los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
Las salidas están guardadas
Rosa grande ¿no has de caer?

martes, 21 de junio de 2011

Entrevista a Miguel Ángel sanz Chung por Carlos Sotomayor

Reproducimos la entrevista de Carlos Sotomayor al poeta peruano Miguel Ángel Sanz Chung con motivo de la publicación de sus poemarios "La casa amarilla / Casa abandonada" (Lustra, 2011).



Miguel Angel Sanz Chung publicó su primer poemario, La voz de la manada, en el 2002. Y ya desde ese momento concitó la atención de la crítica y de los lectores de poesía. Luego aparecieron Quién las hojas y Paciente 164. Ahora acaba de presentar el díptico Casa abandonada/Casa amarilla (Lustra editores, 20011), un poemario catártico que confirma su buen pulso lírico.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

¿Qué recuerdas de La voz de la manada, tu primer libro?

La voz de la manada nació de alguna manera como una respuesta natural a una evolución que se venía dando en mí por una serie de preocupaciones por ciertos temas. Lógicamente tenía muy claro lo de escribir poesía. Cuando estábamos en la Universidad creíamos que íbamos a encontrar las herramientas necesarias para hacernos escritores, y luego te das cuenta que en la facultad de Literatura sólo están forjando críticos. Por suerte, comienzas a rodearte de una serie de personas que sí se preocupan como tú de lo mismo. Y un gusto que tenía desde muy pequeño era el de la zoología. Y fue la confluencia de ambas cosas: la poesía y el gusto por los animales. Lógicamente, con la intención de reflejar en cada texto la visión del ser humano. Y así se dio, de una manera muy natural. Es un libro al que le tengo mucho cariño.

Por esa época integras el grupo poético Elefante…

Sí, yo escribo los textos en la misma época en la que habíamos formado como grupo. Fue con Diego (Diego Alonso Sánchez) con quien vimos la idea de formar el grupo. Inmediatamente convocamos a Agustín (José Agustín Haya de la Torre), Lucho (Luis Alberto Valladares) y Moisés (Moisés Sánchez Franco). Más adelante a Romy (Romy Sordómez). Y siempre la idea era de juntarnos, de ayudarnos entre nosotros, mostrándonos nuestros textos, de criticarnos. Y una vez que pensamos que algunos cuantos textos de los que nos habíamos mostrado podían ser publicados, pensamos en ponerlo en un formato que pueda ser repartido gratuitamente.

Luego de algunos años aparece Quién las hojas. ¿Por qué ese largo intervalo de casi cinco años entre el primer poemario y este?

Luego del primer libro, la segunda búsqueda probablemente se te hace más complicada, en el sentido de estar retorciendo la cabeza y tratando de dar un buen segundo libro. No había mucha preocupación por lo que pudiera pensar la gente, sino el hecho de tú mismo sentirte cómodo en un segundo proyecto. Y así se fueron formando textos. Y creo que también influyó el haber dejado el país. Yo en el 2004 me fui de aquí y me absorbió mucho más el tener que buscar trabajo, en ver cómo sobrevivir en España, de ser independiente. Me casé, además, en el 2005. Digamos que la vida inmediata tomó más peso. Y hasta que no pasó tiempo, la publicación no fue lo más importante. Porque es cierto que antes que se publicara el libro llevaba un par de años escrito. Ese espacio me permitió aprender y ahora siempre dejo descansar los libros un par de años antes de publicarlos.

El siguiente en aparecer es Paciente 164

Este es el único libro que no he escrito como libro. El último y los dos primeros fueron concebidos como libros. Los poemas fueron escritos y luego se fueron uniendo y luego había que continuarlos. Ideas muy obsesivas que siempre tengo que seguir desarrollando, poema a poema, hasta que me agoto. En cambio en éste hay incluso poemas sueltos que fueron escritos y publicados antes de La voz de la manada en una plaqueta. Fueron poemas sueltos que me gustaban. Y luego se me ocurrió esta idea lúdica y también corrosiva de achacárselos a un paciente psiquiátrico. Entonces, fue la ocurrencia de inventar un archivador para los archivos. Fue un juego que me gustó. Es cierto, además, que los poemas tenían una lectura dramática distinta cuando no estaban en el libro. Y al ponerlos en este libro como que ya no sentía dolor cuando leía esos poemas, ya no era esa persona. Entonces podía ponerlos en otra bolsa y quitarles ese dramatismo mediante un libro irónico. Así fue como sucedió, un poco artificioso.

Ahora nos entregas Casa abandonada y Casa amarilla, una suerte de díptico poético. ¿Los concebiste de esa manera?

Estos libros fueron escritos independientemente. Es cierto que consecutivamente: habrán pasado unos meses entre libro y libro. Pero nunca hubo la intención de publicarlos juntos. Ni yo pensé que había una unión. Es más, ni siquiera me daba cuenta que estaba repitiendo el mismo tema: de objetos, habitaciones y estancias de una casa. Estaba tan ensimismada en esa escritura, que era una especie de limpieza interna, que no me daba cuenta ni siquiera lo que cada proyecto podía significar desde afuera. Casa abandonada, que fue el que primero escribí, fue hecho de manera terapéutica. Nunca he escrito de esa manera. Lo hice para sacar una serie de cosas y luego me di cuenta que me ayudaba a sentirme mejor conmigo mismo, con mi propia familia, con mis fantasmas. Y luego, una vez que está expuesto, poder entenderme mejor. Y parece que la limpieza no fue suficiente, y fue tan instintiva que faltaba un segundo libro donde las cosas se hicieran más racionales. Y eso lo hice con La casa amarilla. Y ya mucho después de haberlos escrito, me di cuenta de que ambos tenían el mismo espíritu. Es cierto que no el mismo estilo, no la misma edición; pero sí el mismo espíritu, sí la misma búsqueda.



(Crédito de la entrevista: http://carlosmsotomayor.lamula.pe/2011/06/20/entrevista-a-miguel-angel-sanz-chung/carlossotomayor)

viernes, 17 de junio de 2011

Nota sobre "Casa abandonada/La casa amarilla" (Lustra, 2011) por Javier Ágreda en la República




Reproducimos la nota de Javier Ágreda sobre los poemarios "La casa amarilla / Casa abandonada" (Lustra, 2011) de Miguel Ángel Sanz Chung publicado en el diario la República el 13/06/2011.


Casa abandonada / La casa amarilla

En los sueños la casa se constituye, para Freud, en una metáfora del cuerpo: las ventanas son los ojos, las habitaciones diversos órganos internos, y así seguía con las puertas, los jardines, el techo, etc. Mucho de esa simbología está presente en el poemario La casa amarilla / Casa abandonada (Lustra, 2011) de Miguel Ángel Sanz Chung (1979), un conjunto de textos en los que el yo poético (un escritor) describe reflexivamente los ambientes y muebles de la casa en la que habitó solitario durante años.

Divididos en dos pequeños tomos, estos 32 poemas narran un recorrido por esta casa abandonada. Las fases del día remarcan el carácter casi atemporal del recinto (los poemas “Mañana”, “Tarde” y “Noche”); el contexto físico, su falta de ubicación geográfica (“Niebla”, “Bosque”); los demás elementos, las obsesiones y rutinas del hombre que allí habitó (“El escritorio”, “La silla”, “El espejo”). En cada uno de estos textos, Sanz Chung logra expresarse eficazmente apelando a los recursos poéticos más tradicionales (adjetivos, metáforas, símiles) y utilizando un lenguaje claro y eufónico.

Así, describiendo esta casa abandonada y ruinosa, Sanz Chung nos habla en realidad de la soledad del escritor y del hombre en general, y del inevitable deterioro físico de todo lo humano. Ya antes el poeta nos había demostrado su habilidad para desarrollar poemarios a partir de temas muy específicos, desde su primer libro, La voz de la manada (2002), un original y bien logrado “bestiario”. La casa amarilla / Casa abandonada es un muy buen poemario, a pesar de ciertas repeticiones y excesos retóricos.


(Tomado de: http://agreda.blogspot.com/2011/06/la-casa-amarilla.html)

jueves, 9 de junio de 2011

Lecturas del poeta Miguel Ángel Sanz Chung de "La casa amarilla/Casa abandonada" (Lustra, 2011)

Como antesala de la presentación de los poemarios "La casa amarilla/Casa abandonada" (Lustra, 2011) de Miguel Angel Sanz Chung el jueves 16 de junio de 2011 a las 19:00 en la Galería de arte "Corriente Alterna" (Atahualpa Nº 390, Miraflores), pueden oir al poeta leyendo algunos poemas de su nueva publicación en los siguientes links:




sábado, 4 de junio de 2011

Presentación de los poemarios "La casa amarilla" y "Casa abandonada" (Lustra, 2011) de Miguel Ángel Sanz Chung

Lustra Editores se complace en presentar los poemarios "La casa amarilla" y "Casa abandonada" (Lustra, 2011) del poeta peruano Miguel Ángel Sanz Chung.


La presentación


Lugar: Galería de Arte "Corriente Alterna".

Dirección: Calle Atahualpa Nº 390, Miraflores (Alt. Cdr. 50 de la Av. Arequipa).

Fecha: Jueves 16 de junio.


Hora: 7.00 P.M.


Participantes: Víctor Ruiz Velazco, Moisés Sánchez Franco y el autor. Moderación: Mario Pera.


Los esperamos.

miércoles, 1 de junio de 2011

Entrevista a Rodolfo Hinostroza por Carlos Sotomayor

Rodolfo Hinostroza tiene un nuevo motivo para celebrar. Su célebre poemario Contra Natura cumple 40 años desde su publicación, allá por 1961. Aquel libro, que se hizo acreedor del Premio Maldoror –organizado por la editorial Seix Barral–, se ha convertido en un clásico de las letras hispanoamericanas. Lustra editores, con Víctor Ruiz a la cabeza, se suman a la celebración con una estupenda edición conmemorativa.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR


Contra Natura cumple 40 años y su vigencia es indiscutible. ¿A qué atribuyes esto?

Creo que es por la época. En esa época agarré la onda del tiempo. Empecé algo que iba a florecer con el tiempo: el nacimiento de la utopía y esa libertad que los jóvenes tienen ahora. Todo esto fue una cosa que empezó allí. Y creo que tuve la suerte de pertenecer a ese momento histórico.

El libro marca una toma de posición frente al poder…

Esa toma de posición política que yo tenía al escribir el libro se ha acentuado hoy. Para mí estamos al borde de un gran cambio político. Y lo que estamos viendo son signos que preceden a un gran cambio. Esa tendencia de la paz y la justicia que había en los años sesenta se van a acentuar mucho en este momento porque hay un gran cambio de ciclo. Porque justamente habrá un predominio del poder y la energía femenina, que va a dulcificar nuestros modales y costumbres, y va a regularizar una serie de valores que ahora están al borde del colapso. En otras palabras, la utopía que yo he auspiciado en este libro va a ser posible dentro de pocos años.

¿Qué significó para ti ganar el importante Premio Maldoror?

Me alegró mucho. Recuerdo que una vez que gané, conocí a Octavio Paz, quien fue miembro del jurado. Me lo encontré en París. El estaba de paso, pues se iba a Londres. Me pidió que lo acompañara a la estación de tren. Y me dice: ¿ya salió el libro? Sí. ¿Y qué cosa ha pasado? Nada. Cómo que nada, acuérdese de mí, este libro le va a cambiar la vida (risas). Y efectivamente la cambió. Era un premio internacional con un gran peso. Y era la primera vez que un peruano ganaba un premio internacional en Europa. Eso fue noticia internacional. Ese libro es el que, probablemente, me ha dado más de satisfacciones.

Era tu segundo poemario y con él logras convertirte en una voz indiscutible de la poesía hispanoamericana.

Me sorprende mucho a mí mismo. Creo que viene un poco de nacimiento. Tengo el don natural de la lengua. Con ese segundo libro de poemas gané un premio. Y luego he seguido ganando premios. Gané el Juan Rulfo. Eso me dice que tengo el don de poder escribir cualquier género. No digo que no me cueste. Me cuesta, porque hay que aprender. Yo tuve que aprender a escribir teatro, por ejemplo; no es algo que surja espontáneamente. Yo no me quedé en la parte poética. Sino que, cuando gané el Premio Maldoror, había cumplido con la poesía y que había llegado de manera espontánea a una especie de nivel. Y traté de explorar un poco más mi don de la lengua. Saber si podía escribir prosa tan bien como poesía. Y a mí la prosa siempre me interesó mucho. Escribí un libro de cuentos. Luego dos novelas y tres obras de teatro.

¿Y ahora que sorpresas nos preparas?

Y ahora estoy por publicar parte de mi obra periodística. Así como tú yo he sido periodista toda mi vida y he vivido de esto durante años. He trabajado en Caretas. Terminé dos libros: Descubriendo la experiencia de la cocina peruana, donde cuento mi experiencia de cronista gastronómico, y Pararrayos de Dios, que son veinte crónicas sobre poetas peruanos.

Dado que escribes distintos géneros, siempre me he preguntado cómo es tu proceso creativo…

Hay un poema que se llama “Redes para captar una nube”. Yo tengo redes para captar una nube. Qué cosa hago. Primero, es la idea, lo que yo capto. Las nuevas ideas para algo son siempre muy escazas. Entonces, qué sucede: se me ocurre una idea perfecta para cuento y lo escribes, si tienes el talento para escribir cuentos. Y luego viene otra idea y dices: esto es un poema. Y así vas reconociendo el género según el tono con el que vayan apareciendo las cosas. Esto tiene que ver con el prodigio que te comenté de tener desarrollada esta capacidad de dominar la lengua en todas sus formas.

¿Y esa facilidad que mencionas tiene que ver con el hecho de que tu padre fuese poeta? Acabo de recordar un pasaje de tu novela Fata Morgana en la que el protagonista le revela a su psicoanalista que su padre escribía poesía. Y él le dice algo así como “recién me lo cuentas; eso explica muchas cosas”.

(Risas) Claro… Mi padre era poeta. El año pasado publiqué su obra poética. Mi padre escribía muy bien. Mi madre también escribía. Tenía buena prosa y sabía reconocer la buena prosa. Mi papá me pasó Lolita de Nabokov cuando tenía 21 o 22 años. La leí y fue un deleite por el placer de la lengua. En mi casa había eso: el placer de la prosa.




(Crédito de la nota: http://carlosmsotomayor.lamula.pe/2011/06/01/entrevista-a-rodolfo-hinostroza-3/carlossotomayor)
 

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