miércoles, 26 de octubre de 2011
sábado, 9 de julio de 2011
Centenario de E. A. Westphalen (1911-2011)

Aquí algunos poemas de Westphalen:
Mundo mágico
Tengo que darles una noticia negra y definitiva
Todos ustedes se están muriendo
Los muertos la muerte de ojos blancos las muchachas de ojos rojos
Volviéndose jóvenes las muchachas las madres todos mis amorcitos
Yo escribía
Dije amorcitos
Digo que escribía una carta
Una carta una carta infame
Pero dije amorcitos
Estoy escribiendo una carta
Otra será escrita mañana
Mañana estarán ustedes muertos
La carta intacta la carta infame también está muerta
Escribo siempre y no olvidaré tus ojos rojos
Es todo lo que puedo prometer
Tus ojos inmóviles tus ojos rojos
Es todo lo que puedo prometer
Cuando fui a verte tenía un lápiz y escribí sobre tu puerta
Esta es la casa de las mujeres que se están muriendo
Las mujeres de ojos inmóviles las muchachas de ojos rojos
Mi lápiz era enano y escribía lo que yo quería
Mi lápiz enano mi querido lápiz de ojos blancos
Pero una vez lo llamé el peor lápiz que nunca tuve
No oyó lo que dije no se enteró
Sólo tenía ojos blancos
Luego besé sus ojos blancos y él se convirtió en ella
Y la desposé por sus ojos blancos y tuvimos muchos hijos
Mis hijos o sus hijos
Cada uno tiene un periódico para leer
Los periódicos de la muerte que están muertos
Sólo que ellos no saben leer
No tienen ojos ni rojos ni inmóviles ni blancos
Siempre estoy escribiendo y digo que todos ustedes se están muriendo
Pero ella es el desasosiego y no tiene ojos rojos
Ojos rojos ojos inmóviles
Bah no la quiero
El sueño
Los gérmenes poéticos del sueño resultaron ser, no como los pobres profesores, los mezquinos críticos realistas trataron de hacernos creer, un nuevo paraíso inalcanzable, un espejismo, sino los gérmenes nocivos y actuante, los útiles reactivos para corroer la infame realidad. El sueño no es un refugio sino un arma.
Los malos instintos de libertad danzan su ronda diabólica. ¡Fuera la conformidad, la resignación, la medianía!. En su esputo negro ahóguense
los bellacos, los explotadores, los que aprovechan la miseria de los más, y la maldita clerigalla, y el abominable espíritu religioso, y los fantasmas cristianos, y los mitos del capital, y la familia burguesa , y la patria infamante.
La libertad del hombre, es decir, el sueño acuñado en la realidad, la poesía hablando por la boca de todos y realizándose, concreta y palpable, en los actos de todos.
He dejado descansar...
He dejado descansar tristemente mi cabeza
En esta sombra que cae del ruido de tus pasos
Vuelta a la otra margen
Grandiosa como la noche para negarte
He dejado mis albas y los árboles arraigados en mi garganta
He dejado hasta la estrella que corría entre mis huesos
He abandonado mi cuerpo
Como el naufragio abandona las barcas
O como la memoria al bajar las mareas
Algunos ojos extraños sobre las playas
He abandonado mi cuerpo
Como un guante para dejar la mano libre
Si hay que estrechar la gozosa pulpa de una estrella
No me oyes más leve que las hojas
Porque me he librado de todas las ramas
Y ni el aire me encadena
Ni las aguas pueden contra mi sino
No me oyes venir más fuerte que la noche
Y las puertas que no resisten a mi soplo
Y las ciudades que callan para que no las aperciba
Y el bosque que se abre como una mañana
Que quiere estrechar el mundo entre sus brazos
Bella ave que has de caer en el paraíso
Ya los telones han caído sobre tu huida
Ya mis brazos han cerrado las murallas
Y las ramas inclinado para impedirte el paso
Corza frágil teme la tierra
Teme el ruido de tus pasos sobre mi pecho
Ya los cercos están enlazados
Ya tu frente ha de caer bajo el peso de mi ansia
Ya tus ojos han de cerrarse sobre los míos
Y tu dulzura brotarte como cuernos nuevos
Y tu bondad extenderse como la sombra que me rodea
Mi cabeza he dejado rodar
Mi corazón ha dejado caer
Ya nada me queda para estar más seguro de alcanzarte
Porque llevas prisa y tiemblas como la noche
La otra margen acaso no he de alcanzar
Ya que no tengo manos que se cojan
De lo que está acordado para el perecimiento
Ni pies que pesen sobre tanto olvido
De huesos muertos y flores muertas
La otra margen acaso no he de alcanzar
Si ya hemos leído la última hoja
Y la música ha empezado a trenzar la luz en que has de caer
Y los ríos te cierran el camino
Y las flores te llaman con mi voz
Rosa grande ya es hora de detenerte
El estío suena como un deshielo por los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
Las salidas están guardadas
Rosa grande ¿no has de caer?
martes, 21 de junio de 2011
Entrevista a Miguel Ángel sanz Chung por Carlos Sotomayor

Miguel Angel Sanz Chung publicó su primer poemario, La voz de la manada, en el 2002. Y ya desde ese momento concitó la atención de la crítica y de los lectores de poesía. Luego aparecieron Quién las hojas y Paciente 164. Ahora acaba de presentar el díptico Casa abandonada/Casa amarilla (Lustra editores, 20011), un poemario catártico que confirma su buen pulso lírico.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
¿Qué recuerdas de La voz de la manada, tu primer libro?
La voz de la manada nació de alguna manera como una respuesta natural a una evolución que se venía dando en mí por una serie de preocupaciones por ciertos temas. Lógicamente tenía muy claro lo de escribir poesía. Cuando estábamos en la Universidad creíamos que íbamos a encontrar las herramientas necesarias para hacernos escritores, y luego te das cuenta que en la facultad de Literatura sólo están forjando críticos. Por suerte, comienzas a rodearte de una serie de personas que sí se preocupan como tú de lo mismo. Y un gusto que tenía desde muy pequeño era el de la zoología. Y fue la confluencia de ambas cosas: la poesía y el gusto por los animales. Lógicamente, con la intención de reflejar en cada texto la visión del ser humano. Y así se dio, de una manera muy natural. Es un libro al que le tengo mucho cariño.
Por esa época integras el grupo poético Elefante…
Sí, yo escribo los textos en la misma época en la que habíamos formado como grupo. Fue con Diego (Diego Alonso Sánchez) con quien vimos la idea de formar el grupo. Inmediatamente convocamos a Agustín (José Agustín Haya de la Torre), Lucho (Luis Alberto Valladares) y Moisés (Moisés Sánchez Franco). Más adelante a Romy (Romy Sordómez). Y siempre la idea era de juntarnos, de ayudarnos entre nosotros, mostrándonos nuestros textos, de criticarnos. Y una vez que pensamos que algunos cuantos textos de los que nos habíamos mostrado podían ser publicados, pensamos en ponerlo en un formato que pueda ser repartido gratuitamente.
Luego de algunos años aparece Quién las hojas. ¿Por qué ese largo intervalo de casi cinco años entre el primer poemario y este?
Luego del primer libro, la segunda búsqueda probablemente se te hace más complicada, en el sentido de estar retorciendo la cabeza y tratando de dar un buen segundo libro. No había mucha preocupación por lo que pudiera pensar la gente, sino el hecho de tú mismo sentirte cómodo en un segundo proyecto. Y así se fueron formando textos. Y creo que también influyó el haber dejado el país. Yo en el 2004 me fui de aquí y me absorbió mucho más el tener que buscar trabajo, en ver cómo sobrevivir en España, de ser independiente. Me casé, además, en el 2005. Digamos que la vida inmediata tomó más peso. Y hasta que no pasó tiempo, la publicación no fue lo más importante. Porque es cierto que antes que se publicara el libro llevaba un par de años escrito. Ese espacio me permitió aprender y ahora siempre dejo descansar los libros un par de años antes de publicarlos.
El siguiente en aparecer es Paciente 164…
Este es el único libro que no he escrito como libro. El último y los dos primeros fueron concebidos como libros. Los poemas fueron escritos y luego se fueron uniendo y luego había que continuarlos. Ideas muy obsesivas que siempre tengo que seguir desarrollando, poema a poema, hasta que me agoto. En cambio en éste hay incluso poemas sueltos que fueron escritos y publicados antes de La voz de la manada en una plaqueta. Fueron poemas sueltos que me gustaban. Y luego se me ocurrió esta idea lúdica y también corrosiva de achacárselos a un paciente psiquiátrico. Entonces, fue la ocurrencia de inventar un archivador para los archivos. Fue un juego que me gustó. Es cierto, además, que los poemas tenían una lectura dramática distinta cuando no estaban en el libro. Y al ponerlos en este libro como que ya no sentía dolor cuando leía esos poemas, ya no era esa persona. Entonces podía ponerlos en otra bolsa y quitarles ese dramatismo mediante un libro irónico. Así fue como sucedió, un poco artificioso.
Ahora nos entregas Casa abandonada y Casa amarilla, una suerte de díptico poético. ¿Los concebiste de esa manera?
Estos libros fueron escritos independientemente. Es cierto que consecutivamente: habrán pasado unos meses entre libro y libro. Pero nunca hubo la intención de publicarlos juntos. Ni yo pensé que había una unión. Es más, ni siquiera me daba cuenta que estaba repitiendo el mismo tema: de objetos, habitaciones y estancias de una casa. Estaba tan ensimismada en esa escritura, que era una especie de limpieza interna, que no me daba cuenta ni siquiera lo que cada proyecto podía significar desde afuera. Casa abandonada, que fue el que primero escribí, fue hecho de manera terapéutica. Nunca he escrito de esa manera. Lo hice para sacar una serie de cosas y luego me di cuenta que me ayudaba a sentirme mejor conmigo mismo, con mi propia familia, con mis fantasmas. Y luego, una vez que está expuesto, poder entenderme mejor. Y parece que la limpieza no fue suficiente, y fue tan instintiva que faltaba un segundo libro donde las cosas se hicieran más racionales. Y eso lo hice con La casa amarilla. Y ya mucho después de haberlos escrito, me di cuenta de que ambos tenían el mismo espíritu. Es cierto que no el mismo estilo, no la misma edición; pero sí el mismo espíritu, sí la misma búsqueda.
(Crédito de la entrevista: http://carlosmsotomayor.lamula.pe/2011/06/20/entrevista-a-miguel-angel-sanz-chung/carlossotomayor)
viernes, 17 de junio de 2011
Nota sobre "Casa abandonada/La casa amarilla" (Lustra, 2011) por Javier Ágreda en la República

Casa abandonada / La casa amarilla
En los sueños la casa se constituye, para Freud, en una metáfora del cuerpo: las ventanas son los ojos, las habitaciones diversos órganos internos, y así seguía con las puertas, los jardines, el techo, etc. Mucho de esa simbología está presente en el poemario La casa amarilla / Casa abandonada (Lustra, 2011) de Miguel Ángel Sanz Chung (1979), un conjunto de textos en los que el yo poético (un escritor) describe reflexivamente los ambientes y muebles de la casa en la que habitó solitario durante años.
Divididos en dos pequeños tomos, estos 32 poemas narran un recorrido por esta casa abandonada. Las fases del día remarcan el carácter casi atemporal del recinto (los poemas “Mañana”, “Tarde” y “Noche”); el contexto físico, su falta de ubicación geográfica (“Niebla”, “Bosque”); los demás elementos, las obsesiones y rutinas del hombre que allí habitó (“El escritorio”, “La silla”, “El espejo”). En cada uno de estos textos, Sanz Chung logra expresarse eficazmente apelando a los recursos poéticos más tradicionales (adjetivos, metáforas, símiles) y utilizando un lenguaje claro y eufónico.
Así, describiendo esta casa abandonada y ruinosa, Sanz Chung nos habla en realidad de la soledad del escritor y del hombre en general, y del inevitable deterioro físico de todo lo humano. Ya antes el poeta nos había demostrado su habilidad para desarrollar poemarios a partir de temas muy específicos, desde su primer libro, La voz de la manada (2002), un original y bien logrado “bestiario”. La casa amarilla / Casa abandonada es un muy buen poemario, a pesar de ciertas repeticiones y excesos retóricos.
(Tomado de: http://agreda.blogspot.com/2011/06/la-casa-amarilla.html)
jueves, 9 de junio de 2011
Lecturas del poeta Miguel Ángel Sanz Chung de "La casa amarilla/Casa abandonada" (Lustra, 2011)
sábado, 4 de junio de 2011
Presentación de los poemarios "La casa amarilla" y "Casa abandonada" (Lustra, 2011) de Miguel Ángel Sanz Chung

Fecha: Jueves 16 de junio.
miércoles, 1 de junio de 2011
Entrevista a Rodolfo Hinostroza por Carlos Sotomayor

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Creo que es por la época. En esa época agarré la onda del tiempo. Empecé algo que iba a florecer con el tiempo: el nacimiento de la utopía y esa libertad que los jóvenes tienen ahora. Todo esto fue una cosa que empezó allí. Y creo que tuve la suerte de pertenecer a ese momento histórico.
El libro marca una toma de posición frente al poder…
Esa toma de posición política que yo tenía al escribir el libro se ha acentuado hoy. Para mí estamos al borde de un gran cambio político. Y lo que estamos viendo son signos que preceden a un gran cambio. Esa tendencia de la paz y la justicia que había en los años sesenta se van a acentuar mucho en este momento porque hay un gran cambio de ciclo. Porque justamente habrá un predominio del poder y la energía femenina, que va a dulcificar nuestros modales y costumbres, y va a regularizar una serie de valores que ahora están al borde del colapso. En otras palabras, la utopía que yo he auspiciado en este libro va a ser posible dentro de pocos años.
¿Qué significó para ti ganar el importante Premio Maldoror?
Me alegró mucho. Recuerdo que una vez que gané, conocí a Octavio Paz, quien fue miembro del jurado. Me lo encontré en París. El estaba de paso, pues se iba a Londres. Me pidió que lo acompañara a la estación de tren. Y me dice: ¿ya salió el libro? Sí. ¿Y qué cosa ha pasado? Nada. Cómo que nada, acuérdese de mí, este libro le va a cambiar la vida (risas). Y efectivamente la cambió. Era un premio internacional con un gran peso. Y era la primera vez que un peruano ganaba un premio internacional en Europa. Eso fue noticia internacional. Ese libro es el que, probablemente, me ha dado más de satisfacciones.
Me sorprende mucho a mí mismo. Creo que viene un poco de nacimiento. Tengo el don natural de la lengua. Con ese segundo libro de poemas gané un premio. Y luego he seguido ganando premios. Gané el Juan Rulfo. Eso me dice que tengo el don de poder escribir cualquier género. No digo que no me cueste. Me cuesta, porque hay que aprender. Yo tuve que aprender a escribir teatro, por ejemplo; no es algo que surja espontáneamente. Yo no me quedé en la parte poética. Sino que, cuando gané el Premio Maldoror, había cumplido con la poesía y que había llegado de manera espontánea a una especie de nivel. Y traté de explorar un poco más mi don de la lengua. Saber si podía escribir prosa tan bien como poesía. Y a mí la prosa siempre me interesó mucho. Escribí un libro de cuentos. Luego dos novelas y tres obras de teatro.
Y ahora estoy por publicar parte de mi obra periodística. Así como tú yo he sido periodista toda mi vida y he vivido de esto durante años. He trabajado en Caretas. Terminé dos libros: Descubriendo la experiencia de la cocina peruana, donde cuento mi experiencia de cronista gastronómico, y Pararrayos de Dios, que son veinte crónicas sobre poetas peruanos.
Hay un poema que se llama “Redes para captar una nube”. Yo tengo redes para captar una nube. Qué cosa hago. Primero, es la idea, lo que yo capto. Las nuevas ideas para algo son siempre muy escazas. Entonces, qué sucede: se me ocurre una idea perfecta para cuento y lo escribes, si tienes el talento para escribir cuentos. Y luego viene otra idea y dices: esto es un poema. Y así vas reconociendo el género según el tono con el que vayan apareciendo las cosas. Esto tiene que ver con el prodigio que te comenté de tener desarrollada esta capacidad de dominar la lengua en todas sus formas.
(Risas) Claro… Mi padre era poeta. El año pasado publiqué su obra poética. Mi padre escribía muy bien. Mi madre también escribía. Tenía buena prosa y sabía reconocer la buena prosa. Mi papá me pasó Lolita de Nabokov cuando tenía 21 o 22 años. La leí y fue un deleite por el placer de la lengua. En mi casa había eso: el placer de la prosa.
martes, 31 de mayo de 2011
Nota sobre "Casa abandonada" y "La casa amarilla" (Lustra, 2011) por Francisco Melgar

Nota de "La casa amarilla" y "Casa abandonada" (Lustra, 2011) por Marcela Robles

Entrevista a Melissa Allemant por Carlos Sotomayor)

En el 2003, Melissa Allemant obtuvo, casi sin proponérselo, el Premio de los Juegos Florales “La casa de cartón” de la Universidad de Lima. Ahora, varios años después, nos sorprende con La noche abundante (Lustra editores, 2011), un interesante poemario que gira en torno a la naturaleza. Afincada fuera del Perú desde hace varios años –actualmente radica en Costa Rica, en donde trabaja para la Cruz Roja Internacional–, Allemant está de paso por Lima para presentar su nueva propuesta poética.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
¿Desde cuándo nace tu interés por la poesía?
Yo he escrito siempre. Escribía diarios. Y un día, en el 2003, hubo una convocatoria para un concurso de poesía. Entonces, al ver mis diarios me di cuenta que, además de la escritura narrativa, digamos, tenía bloques donde solo había pensamientos o frases muy duras o muy cortadas. Me di cuenta que eso no era narrativa. Entonces eso lo extirpé de los diarios y así, sin correcciones ni nada, lo mandé al concurso.
Y lo ganas…
Sí (risas). Y gano el concurso, con ese poemario que se llamó Desdoblamientos. Ahora lo leo y me digo cómo es posible que haya escrito eso. Me van a perseguir mis fantasmas, mis pininos iniciales (risas). Es un poemario que no se publicó. El premio fue solo dinero y aparecieron los poemas en una revista de la universidad, del taller de literatura. Pero eso me motivó mucho. Y empecé a buscar poetas y poemas. El primer poema que leí fue “El río” de Javier Heraud, que para mí fue una revelación. Me identifiqué con él.

El tema de la naturaleza está muy presente en el libro.
Yo hice una terapia con ayahuasca durante dos años, dos veces al mes. Y eso fue muy doloroso, muy duro. Pero eso fue abriendo, abriendo hasta que me encontré con otra vida, con la vida, en realidad. Allí aparece la naturaleza. Es ahí cuando conozco a mi esposo, que es de Costa Rica. Nos conocimos aquí, pero decidimos irnos del país. Para ese entonces yo ya trabajaba para la Cruz roja internacional. Conseguí trabajo en Naciones Unidas, en un proyecto en Guatemala, con comunidades rurales. Entonces, toda mi experiencia se empezó a materializar en lo que escribía. Esa experiencia muy terrenal, de lo que es la naturaleza como parte de la vida e esa gente. Eso me hizo asumir esa espiritualidad como una visión de la vida. Eso está en el poemario.
(Crédito de la nota: http://carlosmsotomayor.lamula.pe/2011/05/29/entrevista-a-melissa-allemant/carlossotomayor)