lunes, 5 de octubre de 2009

"Fotografía de época", cuatro poetas villarrealinos.


Título: Fotografía de época.
Género: Poesía.
Autores: Mario Huanambal, Cristopher Martínez, Luis Medina y Luis Morán.
Editorial: Lustra editores.
Dimensión: 19.4 cms. x 12.3 cms.
Precio: S/. 20.00
Año: 2008
Número de paginas: 55
ISBN: 9786034511972


Hace unos diez años, más o menos, cayó en mis manos un libro de tapas verdes llamado (si es que la memoria, como suele pasarme, no me falla) Antología de poesía de la Universidad Federico Villareal. (...) Aunque la selección era quizá excesivamente generosa (...) tenía el mérito de no olvidarse de los poetas imprescindibles que salieron de aquellas aulas: Juan Ramírez Ruiz, Jorge Pimentel, Jorge Nájar y José Watanabe (...). Sé que a principios de los noventa hubo un rebrote de grupos y de algunas individualidades interesantes, pero de ahí le perdí el rastro definitivamente al desarrollo lírico dentro de la Universidad.

¿Qué sucedió con los poetas villarrealinos en todo este tiempo? (...) Esta muestra reune a cuatro novísimos sin libro publicado (todavía) y que, con la excepción de uno de ellos, todavía no han cruzado el rubicón de los treinta años.

La primera impresión que me produce la lectura de sus poemas es la de una gran coherencia colectiva: todos ellos apuestan por el arte menos, por basar sus poemas en la anécdota o en la reflexión urgente, utilizan un lenguaje claro y sencillo que rechaza absolutamente cualquier desafío críptico para el lector. Son bastante pragmáticos a la hora de la elaboración de sus textos, y a diferencia de buena parte de los poetas de esa vieja antología de tapas verdes, el tema social o político no asoma ni de casualidad entre sus versos.

(escrito por José Carlos Yrigoyen)

lunes, 28 de septiembre de 2009

"La hegemonia de lo conversacional. Algunos apuntes sobre poesía peruana última (1988-2008)" de José Carlos Yrigoyen


Título: La hegemonía de lo conversacional. Algunos apuntes sobre poesía peruana última (1988-2008).
Género: Crítica poética.
Autor: José Carlos Yrigoyen.
Editorial: Lustra editores.
Dimensión: 20 cms. x 12.8 cms.
Año: 2009
Número de paginas: 72
ISBN: 9786034035102


La colección Piedra / Sangre puede ser considerada como el proyecto editorial del 2009. No es cosa de todos los días toparse de golpe con quince poemarios, todos de autores menores de treinta y tres años. Más allá si estemos o no de acuerdo con los nombres que la conforman, no hay que dejar de reconocer que una locura como esta, aparte de reconciliarnos con la vida, es una clara muestra de que cuando hay verdadera voluntad, todo es posible. Palmas para Lustra editores y en especial para el Centro Cultural de España.

En este post no “hablaré” de la colección, sino del libro de ensayo que viene junto con esta, de LA HEGEMONÍA DE LO CONVERSACIONAL (Algunos apuntes sobre poesía peruana última, 1988 – 2008), a cargo de José Carlos Yrigoyen (Lima, 1976).

LHDLC es un libro breve, casi sesenta páginas, que ofrece muchísimas más luces que todo de lo que se ha venido escribiendo sobre la poesía peruana en estos últimos años. En sus páginas no encontraremos un ánimo conciliador, menos la pútrida costumbre del “Nunca quedas mal con nadie”, mucho menos la coraza descriptiva que ha sido usada hasta más no poder por ciertos padrinos poéticos tan especialistas en escribir, por ejemplo (entre varios), prólogos carentes de honestidad apreciativa y capacidad de riesgo.

Yrigoyen inicia su ensayo ubicándonos en 1988 y 1989, años en los que la poesía peruana y el país alcanzaron “el punto más inquietante de su crisis”. La poesía conversacional había llegado a su tope, el gran Roger Santiváñez publicaba su imperecedero EL CHICO QUE SE DECLARABA CON LA MIRADA. No es de extrañar, entonces, que los poetas de esa década hayan empezado a buscar otras fuentes en pos de la asimilación, como si la herencia de lo conversacional del sesenta y setenta ya no sirviera de mucho. No es gratuito que el ensayista mencione a Santiváñez puesto que el fundador de Kloaka era el que mejor representaba el devenir de la poesía peruana. Era un referente no solo para su generación, sino también para los poetas de la siguiente década. Es en este contexto de perplejidad en el que muchos vates se lanzan a la experimentación formal, en busca de nuevos aires.

En 1991 Santíváñez publica SYMBOL, dos años después otro miembro de Kloaka, Domingo de Ramos, lanza PASTOR DE PERROS. Este último poemario es calificado en el libro como “uno de los libros más originales, complejos y logrados de las últimas décadas, el que rescata con mayor brillantez las formas de expresión marginales propias de la Lima post-70”. Ambos poemarios fueron ninguneados, no por criterios poéticos, sino por deleznables prejuicios, incapaces, creyendo que la posería (en ese lado los Kloaka Boys eran campeones) también se plasmaba en la poesía, lo que es un disparate sin perdón. A continuación se menciona la arremetida de Camilo Torres (inmortalizado en una novelita publicada a fines del 2007) contra Rodrigo Quijano a razón de que este último había catalogado a Santiváñez y De Ramos como lo que siempre serán: extraordinarios poetas. Torres, en un artículo publicado en El Dominical, sentencia que ni Santiváñez ni De Ramos “eran dignos de ser calificados como poetas.” Es así que tenemos un panorama fresco de esos años de rupturas con la poesía conversacional heredada del sesenta y setenta.

Y entramos a la poesía escrita de los noventa. No es raro calificar a ese decenio como uno de los más flojitos en la historia de la poesía peruana, al punto que todavía no existe una antología representativa. Sin embargo, se rescatan dos intentos interesantes: el primero es el segundo tomo de la antología POESÍA PERUANA SIGLO XX, de Ricardo González Vigil, que en la sección dedicada a los poetas de los noventa “acierta en buena cantidad de los elegidos” (Carlos Oliva, Miguel Ildefonso, Roxana Crisólogo, Lorenzo Helguero, Lizardo Cruzado, Javier Gálvez, Xavier Echarri, Montserrat Álvarez y Selenco Vega, insertados en lo conversacional, como también los no-conversacionales Rafael Espinoza y Alberto Valdivia). De dicha sección, Yrigoyen expresa su reparo por “dos o tres autores cuya importancia se encuentra más bien en la promoción cultural”, a quienes no menciona. Pero yo sí: José Beltrán Peña y Eduardo Rada.

El segundo intento es una antología como tal, publicada en el 2005. LOS RELOJES SE HAN ROTO, por cuenta de Enrique Bernales y Jorge Villacorta. De los once elegidos, siete provenían de la selección de RGV, e incluyen a Victoria Guerrero, Josemári Recalde, Christian Zegarra y Martín Rodríguez-Gaona. Todos son “parte de la línea conversacional imperante.” Los antologadores fueron parte de Inmanencia, fundado en los claustros de la PUCP. El fin de la poesía conversacional era la recurrente consigna de este grupo noventero. Pues bien, los años terminaron situando las cosas en su exacta dimensión, en claro ejemplo de que tanto narradores y poetas no deben ser perfilados por lo que declaran, sino por lo que escriben; y en el caso de los inmanentes, prueba de ello es que sus mejores trabajos han recibido la influencia de la poesía que tanto se encargaron de denostar.

(De 1990 a 1996 se vivió lo peor de lo peor de la entonces nueva poesía peruana. A ver, una pregunta de cultura general para ser respondida en el Queirolo o Don Lucho: ¿en qué año se fundó Neón?)

Fue una década pésima, cierto. Pero hubo individualidades, a las consignadas líneas arriba, se suman los nombres de Rubén Quiroz, Gonzalo Portals Zubiate y Víctor Coral.

Yrigoyen endilga una crítica argumentada al ensayo de Luis Fernando Chueca, Consagración de lo diverso. Una lectura de la poesía peruana de los noventa, publicado hace algunos años en Lienzo. Estas páginas son, creo, un ejemplo de que sí se puede refutar sin caer en bajezas o sentimientos menores. En no pocas líneas el importante crítico recibe merecidas zamaqueadas. Tengamos presente que Chueca tiene armas de sobra para entregarnos todo lo que se espera de él, un poco de rigor y frialdad de su parte nos haría muchísimo bien.

Y llegamos al tercer capítulo, en el que se disecciona a la poesía post-2000. Para empezar, tenemos dos advertencias: uno, que es obvia la falta de distancia, la que limita dar una visión definitiva de lo que está ocurriendo en la nueva poesía peruana, sin embargo, ello no impide que se puedan ofrecer senderos que a futuro contribuyan a trabajos más completos sobre el tema; dos, que el capitulo tiene como base la colección Piedra / Sangre (a la que el autor expresa sus reparos en cuanto a la nómina (lo mismo que yo) ), sin dejar de consignar “algunos nombres que me parecen tan importantes como el muchos previamente seleccionados.”

Se destacan los grupos formados en las universidades San Marcos, Villarreal, Católica y la Universidad de Lima. A diferencias de años anteriores, los nuevos vates han tenido suficiente capacidad de diálogo para saber organizarse. En esta línea, el trajinado poeta Maurizio Medo, cuyo ensayo ¿Nueva poesía peruana?: atisbando el siglo XXI es citado en el presente libro, califica a estos grupos como “seudocolectivos (cuya) existencia resulta lo más similar a las “juntas” o “panderos” reunidos con el sueño del libro propio.”

De todos los grupos, merecen párrafos el formado en la Universidad de Lima, con Bruno Pólack, Luis Cruz, Diego Molina y Sergio Camacho. De los cuatro, Pólack saca no pocos metros de ventaja y proyección. El otro, Sociedad Elefante, de San Marcos, integrado por Diego Alonso Sánchez, José Agustín Haya de la Torre, Moisés Sánchez Franco, Luis Valladares, Romy Sordómez Patiño y Miguel Sanz Chung. SE fue una agrupación entusiasta, generaban comentarios a favor y en contra, recuerdo, por ejemplo, una leve zamaqueada del narrador cubano Ronaldo Menéndez en El Comercio, a causa de que los vio en un recital y escuchó la definición del por qué de SE; entre otras cosas, dirigieron un programa radial los domingos en 1160; sin embargo, ciñéndonos a los logros poéticos, solo Sordómez y Sanz Chung quedarán en la memoria de los lectores.

Obviamente hay más grupos que son consignados, pero se resaltan más las individualidades (Diego Lazarte y Miguel Ángel Malpartida) que las propuestas colectivas.

De la universidad Católica se imponen, sin haber pertenecido a agrupación alguna, los que a mí entender son los poetas pilares de esta generación: Jerónimo Pimentel, Manuel Fernández y Andrea Cabel.

Luego se aborda con justa generosidad a Paul Guillén. También a Víctor Ruiz, Alessandra Tenorio, Pedro Favarón y al resto de los incluidos en P / S. Se rescatan, del parcial olvido, a Elisa Fuenzalida, Elio Vélez y Jorge Augusto Trujillo, cuyo poemario LA IRONÍA DE LA RAMA NEGRA (2005) genera esta impresión: “es un libro de un hermetismo extremo, sin posibilidades de entrada ni salida, que más que un reto para el lector es casi una invitación para no atreverse a entrar en sus páginas.”

Si hay una sombra mayor que cubre a la gran mayoría de los nuevos poetas peruanos, esta es la de Rodolfo Hinostroza. Hinostroza es una influencia a celebrar, es abrigar un coloquialismo trabajado, culto y abierto a la experimentación.

LA HEGEMONÍA DE LO CONVERSACIONAL
es un libro incoherente en el contexto que es publicado. Y doy las gracias al editor Ruiz por haber creído y apostado por él. Esta publicación es el aval moral de la colección, la cual iba a despintarse si era acompañada por un ensayo castrado, carente de opinión, descriptivo hasta llorar, lleno de elogios píricos. La única manera de mejorar y adquirir conciencia es a través de miradas informadas que sepan confrontar. LHDLC no está condenado a pasar desapercibido; por el contrario, la polémica seguramente llegará; lo que no tiene nada de malo, puesto que, diga lo que se diga, todas las polémicas siempre serán edificantes.

Hubiera sido ideal que el ensayo sea un poco más largo, ya que por momentos se siente la ausencia de voces relativamente importantes. Por otra parte, creo que el editor debió hacerle un seguimiento al diagramador, es el único motivo razonable para entender la irresponsabilidad visual en el texto; hay contadísimos errores que lindan lo grosero.

José Carlos Yrigoyen, aparte de ser, junto al chileno Germán Carrasco, el mejor poeta latinoamericano menor de cuarenta años, nos brinda con esta publicación genuinas muestras de sus dotes para el ensayo, el pensamiento y la crítica.

(escrito por Gabriel Ruiz Ortega)


(Crédito de la nota:

jueves, 24 de septiembre de 2009

Nota sobre "Breviario de Santa Inés" de Arturo Corcuera


Reproducimos la nota sobre la antología de poemas "Breviario de Santa Inés" del reconocido poeta peruano Arturo Corcuera (Lustra editores, 2009), publicada en el Diario "La República" el día 05/08/2009.


Breviario poético de Corcuera

Hoy presentan en la feria del libro. Selección de poemas escritos en Santa Inés, Chaclacayo.

Esta noche, en una de las últimas actividades de la Feria del Libro, el poeta Arturo Corcuera presenta una antología de sus poemas. Con el título Breviario de Santa Inés, el reconocido Corcuera ha reunido un ramillete de poemas que le son caros, por su escritura y seguro también por los motivos que lo indujeron a escribirlos. “Se trata –dice el poeta– de una antología mínima sólo de los poemas escritos en Santa Inés, esa zona aldeana y campestre de Chaclacayo que todavía no se ha dañado con la construcción de casas de cemento y en serie”.

La selección reúne textos de los libros Noé delirante, Puerto de la memoria, A bordo del Arca y Baladas de la piedra, del amor y de la muerte (aún inédito). Edita Lustra editores. Santa Inés queda muy cerca de Los Ángeles, donde vivieron Sologuren, Arguedas, César Calvo y Luis Alberto Ratto, entre otros poetas y escritores.


(Crédito de la nota:

"Preparaciones anatómicas" de Mario Pera


Título: Preparaciones anatómicas.
Género: Poesía.
Autor: Mario Pera.
Editorial: Lustra editores.
Dimensión: 23.5 cms. x 14.3 cms.
Precio: S/. 25.00
Año: 2009
Número de paginas: 55
ISBN: 9786124035029


Muchos iniciantes llegan provistos de ropas, escudos y un sin fin de artilugios para asegurarse una entrada limpia y sin lesiones al mundo de la poesía. Estos nos entregan, las más de las veces, poemas correctos, solventes hasta cierto punto —bonitos como escritos por malos poetas—, no muestran la piel, son pudorosos y preservan las buenas costumbres. La importancia de este tipo de poetas radica en que sin ellos no existirían aquellos otros poetas, los menos, que se salen incluso de ellos mismos para mostrarnos la piel, los músculos, los nervios y la osamenta.

Los poetas de este segundo grupo son los que giran la rueda y miran a Barlovento sin nostalgia. Son estos espíritus libres los que civilizan y toman la imagen del Dios Occiso de Frazer como su única representación posible ya sea en Fenicia, en África, en Grecia o en la Isla de Pascua; puesto que conciben un «territorio» como el espacio que ocupa un cuerpo vivo mediante los afectos de los que es capaz (como diría Guattari). Son desbordantes, excesivos, incontenibles en su intensidad: son un devenir, siempre una Nueva Carne. Una Nueva Carne de la que han dado cuenta Rilke, Rodin, Bataille, Artaud, Bellmer, Ozu, Debussy, Mozart, Bacon, Klee, Nietzsche, Bergson y Foucault entre otros artistas e intelectuales, y a la que Mario Pera apela con sus Preparaciones anatómicas sin miedo ni pudor, asumiendo riesgos como la escritura de poemas de largo aliento, donde el desarrollo del discurso y las complicaciones inherentes que conlleva escribir un texto de estas características está finamente salvado por el equilibrio perfecto entre pasión e inteligencia, oficio finalmente, del que el autor nos da cuenta (notable es la ejecución de «Roma S·P·Q·R·», por ejemplo).

La verdad que trasunta esta la primera poesía de Mario, refulge en la oscuridad de sus versos (con citas suyas o voces de otros) como minerales preciosos en una cueva o mejor aún caverna, y es que el oro no es sacado de los socavones en lingotes, aunque sus poemas cercanos a lo epigramático nos pongan en la posición de tener que contradecirnos con frecuencia y hablar, por lo menos, de que, a veces, podríamos encontrarnos, en la misma caverna, monedas finamente acuñadas como dones o revelaciones.

(escrito por Víctor Ruiz Velazco)

Nota sobre "Diario de navegación" de Diego Lazarte


Reproducimos una nota publicada en el blog "Manchas solares", sobre el poemario "Diario de navegación" de Diego Lazarte.


10.- Diario de navegación. CCEspaña - Lustra editores

Es en su último libro, Diario de navegación, donde puede comprobarse la coherencia de la apuesta de Lazarte, que es en realidad un tránsito desde un clasicismo mágico hacia una búsqueda interior que desemboca en una opción eminentemente confesional (un tránsito que, como veremos luego, siguen con variantes pero con el mismo fin varios de sus compañeros de generación).

Diario de navegación es una crónica poética del puerto de El Callao, pero un Callao de la memoria, casi de leyenda, el destino de un viaje que el yo poético narra desde la primera noche de travesía. De ahí esa voz se confunde con otras que lamentan las penurias de la vida en alta mar hasta el arribo a los muelles, para perderse juntas luego por las playas, las típicas tabernas de mala muerte (cuya música proporciona varios de los epígrafes del libro, como canciones del Gran Combo, Lucho Gatica o Héctor Lavoe) y quintas ruinosas donde el periplo finaliza en medio de "un pasadizo que se cerraba como una garganta".

La influencia más evidente es sin duda la del primer Hinostroza, del que Lazarte se sirve para afinar su relato, pletórico de mitos y exotismos que enriquecen las diferentes estancias donde su itinerario lo conduce. Debo decir, eso sí, que la confianza en el dominio de estos recursos lo hace caer de vez en cuando en un facilismo que se traduce en poemas dominados por una salmodia hueca y estridente (pienso en el poema "Sobre Tarsis y Ofir", que lamentablemente reaviva la retórica artificiosa de "La clavícula de Salomón"), pero esta observación es mínima frente a los progresos conseguidos por Lazarte, quien ha salido airoso de la difícil prueba que es escribir por primera vez un libro de amplia envergadura.

(escrito por José Carlos Yrigoyen)


(Crédito de la nota y fotografía:

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Nota de "Postpop" en Web "deperu.com"


Reproducimos una nota que sobre el último poemario de Luisa Fernanda Lindo, publicó la página web "deperu.com" el día 11/07/2009.


POSTPOP DE LUISA FERNANDA LINDO
El próximo 15 de julio la escritora peruana Luisa Fernanda Lindo llega a Buenos Aires para presentar su segundo libro POSTPOP en Ultra Bar.

POSTPOP
es un libro-objeto de poesía en prosa que trata sobre los rezagos de la violencia política en el Perú en los ochentas y noventas. Editado por Lustra editores (Perú) y trabajado desde lo conceptual, el libro de original formato, presenta un CD que incluye nueve temas musicales -creados y producidos por Juanjo Salazar y Sushi Punk- basados en los poemas que componen el libro.
En la presentación participarán, además de la autora, el periodista y crítico de rock Gustavo Álvarez Nuñez (GAN), el Editor de Lustra editores Víctor Ruiz, y la banda de pop Posavasos.


(Crédito de la nota:

"Postpop" de Luisa Fernanda Lindo


Título: Postpop.
Género: Poesía.
Autor: Luisa Fernanda Lindo.
Editorial: Lustra editores.
Dimensión: formato de CD.
Precio:
Año: 2009
Número de paginas: 32
ISBN: 9786124035036


Luisa Fernanda Lindo ha sacado a la luz un artefacto indefinible. Un Datzibao que ha colgado en uno de los muros desnudos de su barrio en nombre de todos los que vivimos en un país que se iba desintegrando día a día, tan lejos y tan cerca a la vez.

Un canto a lo cotidiano y a lo actual que denota que hasta nuestros actos más simples estarán siempre de alguna manera impregnados, de diversos modos, por el horror del pasado. Ese pasado que, mediante estos nueve textos breves, Luisa Fernanda ha pretendido retratar - sabiendo bien que retratar es de alguna manera hacer ciertos cambios al modelo-. Y sabiendo también que esa es una de las atribuciones que tiene la poesía biográfica cuando se escribe con más ánimo de impugnación que de nostalgia. La de Luis Fernanda Lindo es un ejemplo de esto.


(escrito por José Carlos Yrigoyen)

Nota sobre "Memorial de Casa Grande", de Rodolfo Hinostroza por Fernando de Diego


Reproducimos aquí la nota que sobre el poemario Memorial de Casa Grande de Rodolfo Hinostroza, efectuó el reconocido Fernando de Diego, publicada en la página web "Poesía-sexo-marihuana" el año 2006.


Memorial de Casa Grande (2005) de Rodolfo Hinostroza

Memorial de Casa Grande (2005), último poemario de Rodolfo Hinostroza después de unos años de silencio poético, nos invita a la reflexión sobre la identidad peruana. La voz lírica, homónima del autor, se sumerge en el árbol genealógico de la familia Hinostroza para ir exponiendo, desde el primer poema “Los tíos de Huaraz”, el recorrido de una familia que anclada en sus orígenes en el fundo de Huaraz y “constructores de la legendaria ruta a Quincemil”, se desperdiga por la amplia mesocracia burguesa de la ciudad de Lima: “Tomaron casa pues en La Victoria/ Que era el nuevo distrito mesocrático/ De tiempos de Leguía...”. El Memorial se compone de dos grandes movimientos en los que se expone sucesivamente, a forma de crónica, la vida de la familia y la del propio autor. El poema final “Con el sol en los órganos” sirve de anclaje con la realidad inmediata y constituye una reflexión sobre el presente y el futuro de la voz poética.

Desde “Los tíos de Huaraz”, el poema más extenso del libro, y “Las bodas de la tía Luchita”, se nos expone no sólo el recuento de los avatares de la familia Hinostroza sino que en filigrana van inscribiéndose en el discurso los recuerdos y alusiones de la voz poética, que creo se puede identificar sin temor a equivocarnos con la del propio autor. En “Los tíos de Huaraz” se rememora la perdida Edad de Oro en el fundo familiar, se recuerda el contexto cultural que rodeaba aquel mundo desaparecido mediante la enumeración de la música que escuchaban. El problema de la migración se plantea como una pérdida sucesiva de la identidad. Lima representa no sólo la pérdida de poder económico sino al mismo tiempo la aparición de otros fenómenos producto del medio urbano. Quizás sea la música evocada la que nos muestre esta evolución. Del Bel Canto de Huaraz se pasa al bolero de María Grever, y la incidencia de la música cubana, con Celia Cruz como representante principal. La violencia de género también se menciona aunque brevemente en relación con la vida de su tía Berta. Pero acaso lo más interesante de esta parte final del primer poema sea la rememoración de una Lima, acaso perdida, centrada en torno al barrio de Barranco. El discurso de Hinostroza en este poema adquiere carácter épico dejando de lado las características esenciales de su poesía anterior. El desencanto y el compromiso político presentes en Consejero del lobo, dejan su lugar a una introspección en la que el yo lírico se oculta tras la tercera persona del cronista de Memorial. Las prédicas pacifista y libertaria de las que nos hablaba J.A. Mazzotti¹ al estudiar Consejero se han desplazado a un diálogo con un pasado asumido en el que los registros coloquiales describen prácticas culturales y ritos sociales de una familia venida a menos en la Lima de la década de los 40.

En “Las bodas de tía Luchita”, segundo poema de Memorial, encontramos el origen de la pasión de Hinostroza por la gastronomía. Las referencias a la pintura prerrafaelita para describirla se acompañan de la descripción del origen multicultural de la cocina peruana como marca de identidad nacional. El papel de la mujer en dicha sociedad se define irónicamente por la “venta” de Luchita a cambio del pago de las deudas paternas. Hinostroza recurre al corrido mexicano para describir al macho encarnado por su tío Augusto. En este poemas también encontramos referencia a otro personaje teatral de su propia obra, el Hermano Iván de Cuadrando el círculo, obra inédita del autor. De forma indirecta y mediante la intertextualización de su propia obra, procedimiento caro a Hinostroza, la astrología se inserta como elemento menor en el poemario, tema ya desarrollado fundamentalmente en Contra Natura.

En los dos poemas que le siguen: “Los hijos de Clausen” y “Los huesos de mi padre”, el poeta focaliza el objeto de su discurso en su entorno más cercano. El paraíso perdido de Huaraz se remplaza, en el primero de ellos, por el inalcanzable de los Estados Unidos de América. De la Casa Grande hemos pasado a la Casa Chica. El poeta desvela sin ningún pudor la historia de la familia de su madre y del matrimonio de sus padres. El mundo referencial que se intertextualiza en este poema es deudor del mundo cinematográfico. Hinostroza expone el otro lado de la medalla de la estructura social peruana, la historia de lo “otro”, de los “otros”, de los miembros de las “casas chicas”, representada por todas las familias cuyo origen hay que buscarlo fuera del linaje bendito por la Iglesia o el Estado. “Los huesos de mi padre”, poema que por primera vez aparece con un epígrafe de Javier Heraud², es un homenaje a la figura paterna, de la que ya nos habló en los poemas anteriores, a su vida y a su obra poética. Las referencias literarias a Jorge Manrique presentes en el poema sirven de entramado al dolor ya anunciado en los versos de Heraud, la temática de la fugacidad de la vida y del anonimato del poeta sin éxito completan el poema. El poemario concluye con una reflexión sobre la muerte y una elegía a la vida marcada por los últimos versos y la imagen del sol como compañero de la experiencia de lo vivido.

A modo de conclusión, podemos señalar que la palabra del lenguaje poético de Hinostroza abandona en este poemario “la honda y compleja oscuridad [...] su entraña visionaria y onírica” de la que nos hablaba González Vigil³, para exponer en forma de memorial sus recuerdos y vivencias. Se abandona el lenguaje poético cargado de metáforas y referencias a los clásicos ingleses y de lengua castellana, su afecto por la astrología y la cita erudita, sus reflexiones sobre el ajedrez para recurrir a un lenguaje descarnado de figuras retóricas pero cargado de referentes de la cultura popular, que fluye a lo largo de sus versos y describe su historia familiar que nos recuerdan los últimos versos de “Nudo borromeo”:

“Y en un delirio de provisiones y de ropa limpia
Olorosa a lavanda
Viajas en tus palabras
Y tus palabras viajan.”

¹José Antonio Mazzotti y Miguel Ángel Zapata. El bosque de los huesos. Antología de la nueva poesía peruana 1963-1993. México: El Tucán de Virginia, 1995.
²Este poema apareció con anterioridad (sin el mencionado epígrafe) en la revista Quehacer 114 (Lima: julio-agosto 1998: 90-93), y en el volumen Yacana. Antología poética. 51 poetas (Lima: Librería Internacional del Perú, agosto 2005, pp. 93-96).
³González Vigil, Ricardo. “Presentación”. Consejero del lobo de Rodolfo Hinostroza. Lima: Tixi Producciones, 2003.


(Crédito de la nota: Fernando de Diego Pérez.
(Crédito de la fotografía:

Nota sobre "nohombre" de Navale Quiróz


Reproducimos una nota publicada en el "blog de León Huarancca Quichca" el día 05/05/2009, sobre el poemario "Nohombre" de Navale Quiróz.


Lustra editores y el Centro Cultural España, acaban de editar una colección que reúne a 15 poetas de la Generación del 2000, titulada “PIEDRA/SANGRE”, dentro de ella encontramos al libro “NOHOMBRE”.

NOHOMBRE, es la negación de lo humano, una humanidad que nos vuelve cuerpos, duele, y que inexorablemente pesa, mientras jalamos nuestro nombre como signo o bandera.

Caemos en cuenta de la existencia del cuerpo como un sustento de la vida y la muerte, y el deseo de trascender, de ir más allá, fuera de ese circulo vicioso.

Todos nosotros somos nohombres porque alguna vez hemos renegado de nuestra condición, cuando nos cansamos por el trabajo, por el stress, por el tráfico, por los demás seres iguales a nosotros, o cuando algún ser querido enferma y nos duele el sufrimiento ajeno; por todo ello el cuerpo llega a ser un estorbo. El hombre es un ser para la muerte. San Agustín nos dice “La vida del hombre es una larga enfermedad. Porque cuidamos nuestro mal crónico de muerte administrándonos la medicación diaria de la comida y el sueño… Mal que nos pese desde el momento del nacimiento vivimos una muerte continua”.

Como todos los creadores, vivimos primero la realidad; pero testarudamente nos elevamos por encima de ella, la observamos y nos sentamos a crear, a ver que sale, un Frankenstein, o un cuerpo perfecto, simétrico.

Como dice Huidobro “El poeta representa el drama angustioso que se realiza entre el mundo y el cerebro humano, entre el mundo y su representación” y basta ver los medios de comunicación para entender el caos que ocurre en la mente del poeta de estos tiempos.

NOHOMBRE es la negación íntima a la muerte, es la experiencia de este cuerpo que duele, se enferma y es finito. En él encontrarán un cuerpo, una humanidad, y un nombre.


(Crédito de la nota: http://blog.pucp.edu.pe/item/54815)
(En la fotografía: Navale Quiróz con el poeta chileno Raúl Zurita)

Entrevista a Rodolfo Hinostroza sobre el poemario "Memorial de Casa Grande"


Reproducimos la entrevista que hiciera Paolo de Lima a Rodolfo Hinostroza sobre el poemario Memorial de Casa Grande, publicada en la página web de "Agenciaperu.com".


Rodolfo Hinostroza: "Nos estábamos olvidando que la poesía es emoción, y estos poemas nos lo recuerdan".

Rodolfo Hinostroza (Huaraz, 1941) es considerado uno de los mejores poetas hispanoamericanos de la generación del 60. Ahí están sus fundamentales obras Consejero del Lobo (1965), Contranatura (1971), Poemas Reunidos (1986). En 1987 ganó el premio internacional de cuento “Juan Rulfo”, otorgado en París por Radio Francesa Internacional con el relato “El Benefactor”. La siguiente entrevista gira en torno a Memorial de Casa Grande, tercer poemario suyo después de 34 años y que acaba de publicar Lustra editores.

Una primera pregunta de corte estrictamente técnico, literario. ¿Cómo así es poesía esta escritura de versos narrativos?

Es poesía porque transmite emoción, pensamiento y ritmo, con unas imágenes visuales aquí y allá, y un manejo dramatúrgico de la acción, los personajes, los decorados, los clímax y anticlímax, la secuencia verbal. No es la primera vez que empleo el verso dramático, lo he hecho ya en mi teatro, tanto en Apocalipsis de una Noche de Verano como en Waman Poma que acabo de publicar en México. Yo no llamaría narrativos a mis poemas, sino más bien dramáticos porque están sustentados en una emoción capaz de hacerte estallar en lágrimas, como suele ocurrir con “Los Huesos de mi Padre”. Nos estábamos olvidando que la poesía es emoción, y estos poemas nos lo recuerdan.

En un ensayo que escribí en 1999 en relación a la recepción crítica a tu poesía, terminaba señalando que “los múltiples niveles de significación [de tu obra poética] la diferencian nítidamente del didactismo politizante de buena parte de la poesía de otros autores, así como del registro eminentemente coloquialista que ha sufrido, junto con el general distanciamiento respecto de los paradigmas de la modernidad, su propio deterioro”. Y ahora, mira tú, nos presentas, después de 34 años, este poemario eminentemente narrativo y coloquial. ¿Por qué?
Porque no es ni narrativo ni coloquial, es dramático. Cada poema se monta un poquito sobre el otro, se traslapa un poco sobre el otro, como esa sintaxis de Tarantino en Pulp Fiction por ejemplo, y la pareja de mis padres es vista en varias diferentes perspectivas, juntos y separados, antes y después. Es un modo diríamos caleidoscópico de contar una historia de familia que termina en el Cielo, e involucra una reflexión sobre la muerte, que se hace más patente a medida que el poemario avanza, para terminar sobre una elegía a la muerte de mi padre, y una reflexión metafísica sobre la muerte a partir de un genoma moche.

La expresión de los temas que tienen que ver con tus antecesores familiares se da de una manera descarnada. Sin embargo, se podría decir que no hay atisbos de enfado o rencor (salvo contra algunos parientes muy puntuales). Más bien, los remates de los poemas suelen darse desde un presente feliz, por así decirlo. En “Los tíos de Huaraz” acabas mencionando el último vestigio de Casa Grande, un vitral del comedor ahora en manos de tus primos Vega Rizo-Patrón en su hostal cercano a unos baños termales a la salida de Huaraz. Dices: “Este verano a ver si la visito / Con Ingrid y mis hijos”. En “Los huesos de mi padre” terminas hablando del “amor desgraciado” de tus padres que, como señalas en el verso final, “sin embargo dio maravillosos frutos” refiriéndote a ti y a tu hermana Gloria. Los verso finales del libro son extraordinarios y van en esta misma línea: “Y me paseo con el sol al hombro / En virtud de los hechos conocidos”. ¿Podrías comentar esto?
Siempre he tratado a los primeros y a los últimos versos de mis poemas, como si fueran el aperitivo y el café, y he tratado de que sean perfectos, sobre todo los últimos, porque los primeros te los dicta Apolo en un arranque de inspiración de esos que no te los creen ni tus admiradores más cercanos. Y al primer verso no se le mira el diente, porque es el que te abre la puerta del poema.

En el poema más antiguo del conjunto, “Los huesos de mi padre”, el único publicado con anterioridad (en 1998 en la revista Quehacer), ya se da el tono que finalmente adoptó el libro. Por esos mismos años habías publicado también el poema “Con una camioneta llena de chicos soñolientos” (en el primer número de la revista Hipocampo de oro, de noviembre de 1997), donde el tono es el mismo. Otro aspecto en este poema en relación con Memorial es lo que te señalaba en la pregunta anterior: la felicidad que “roza con sus alas” a ti y a tu familia de regreso a casa una tarde de domingo. En este poema concluyes dando cuenta de cómo tus hijos “crecen implacablemente [/] con huellas de divinidad en las narices” con lo cual tu vida “se llena de sentido”. ¿Estás de acuerdo?
Sí, claro, el tono ya estaba dado y faltaba usarlo un poco más, darle más desenvoltura. Si te fijas bien en la pieza que acabo de publicar, Waman Poma, el mismo tono está también allí, porque es escrita en verso, y es lo que antecede apenas de un par de años a los poemas de Casa Grande.

Unos versos de Memorial dicen: “Los Hinostroza de Huaraz nos hemos pues fundido / En el ancho río de la Clase Media / Que nos abrió los brazos generosamente, / Como a todos los desamparados de este mundo, / Los que vienen de abajo y los que caen de arriba”. En relación con la clase media, ya en 1989 en una entrevista que te hiciera Cesáreo Martínez para La República expresabas lo siguiente: “Aunque parezca mentira, vemos que a partir de mayo del 68 y todos los años posteriores, la clase media es la que plantea alternativas de poder no sólo en el Perú sino en el mundo [...] Creo que al mundo contemporáneo le conviene que domine la clase media”. Aunque tu posición es clara, ¿puedes desarrollar este tema?
También lo dije en “El Muro de Berlín” y es la lejana referencia ideológica que enmarca este cuento y desliza esa misma pregunta subliminal: ¿Quién derribó el Muro de Berlín? Fuenteovejuna señor. ¿Y quién es Fuenteovejuna? La Clase Media pues, la clase inexistente, negada por Marx y Lenin, reclutada por Stalin, y nomenclaturizada por Malenkhov y Jhrushev, que terminó royendo el Imperio Soviético desde sus bases, y derribó el Muro de Berlín. Y yo creo que si una clase social es tan poderosa como para derribar al Imperio comunista, no tardará en hacer lo propio con el Imperio capitalista, para fundar una sociedad regida por la Clase Media, que de todos modos es ya mayoritaria en el mundo.

En su reseña al libro, Ricardo González Vigil señala en relación al poema final “Con el sol en los órganos” que la naturaleza es “vista desde un ángulo distinto al contestatario [poemario] Contra Natura : Un Con-y-según-Natura”. ¿Qué opinas de esta lectura?
No, discrepo con esa interpretación, porque una reconciliación con sus raíces, explícita en el libro, no significa ir a un ordenamiento conservador. Además ese poema habla, como todos los de este grupo, de la muerte en diversos enfoques, lo que constituye uno de los epicentros del poemario.

En este mismo poema (“una reflexión sobre la muerte y una elegía a la vida”, como señala Fernando de Diego en la presentación) expresas lo siguiente: “Por eso es que se guarda el polvo en cementerios / Como una colección de frascos de botica / Por eso no me cremen cuando muera / No sea que me traigan un día de regreso / Estos humanos locos”. ¿Qué hay de este tema?
Es la resurrección científica, huxeliana, que sin duda nos acecha en algún laboratorio con todo este asunto del genoma humano. Estos humanos locos debía estar en brasileño…

En relación a la filosofía del libro, quiero mencionarte unos versos. En “Los tíos de Huaraz” dices: “Pero siempre nacen más de los que mueren / Y es ésta la estrategia de la vida / Que será siempre mas grande que la muerte / Aunque sólo sea porque corre más rápido”. Y en el poema “Con el sol en los órganos” expresas algo parecido: “La vida es siempre más: sus estrategias / Son más inteligentes que la muerte / Que sólo sabe hacer de diferencias polvo / Indistinguible”. Esa “toma de posición y concepción del mundo” que significa volver a la Casa Grande , como señala Víctor Ruiz Velazco en el epílogo, y que tiene que ver con “una decisión tomada por un valor ético fundamental en la aceptación y regocijo de la propia identidad”, como escribe el propio Ruiz, ¿se amplía a la propia vida en sí? ¿Cuál ha sido el trayecto que dio como resultado esta filosofía?
Bueno esta filosofía me parece sencilla y concluyente si te pones a pensar que después de todas las gigantescas guerras, pestes, hambrunas y catástrofes que han asolado a la humanidad, hemos llegado a la cifra record de 6 mil millones de seres humanos. Y seguimos creciendo.

Una pregunta final. Hay un poema tuyo que publicaste en la revista “Juego de hojas” de México y cuyo lenguaje estaría entre el de Consejero del lobo y el de Contra Natura . ¿Puedes hablar un poco de este texto?
Si mal no recuerdo ese poema, “El que regresa”, lo escribí en La Habana a fines de 1963, cuando me aprestaba a regresar al Perú al cabo de casi 2 años de ausencia, y me preguntaba cosas. Manuel Mejía Valera, un amigo de Gonzalo Rose, me lo pidió a mi paso por México, para esa revista “Juego de Hojas” que luego apareció. Nunca le he dado mucha importancia a este poema, y creo que por eso lo he excluido de mis antologías, como lo hice con otro que se llama “Rito de Purificación” que salió en Los Nuevos.

¿Quisieras añadir algo en particular?
Por ahí ha estado corriendo la especie de que los poemas de Casa Grande los tenía escritos de antes de Consejero del Lobo, lo cual es una barbaridad, porque hace 34 años no se hablaba de ADN o de Genoma Humano. Los he escrito en el mes de octubre, en cosa de dos semanas y lo he publicado apenas un mes y pico después.

Y para terminar, algo que no deja de irritarme es que un cierto Marco Aurelio Denegri, que se dice sexólogo y tiene un programa en la TV peruana, se permite decir que en mi libro no hay poesía y que sólo podría interesar a mi familia. Si a un crítico literario no le gusta mi libro, vaya y pase. Pero un paramédico no tiene por qué opinar de poesía: si su ejemplo prospera, pronto los urólogos, los ginecólogos, los estomatólogos, los peluqueros y las manicuras van a venir a decirnos lo que es poesía y lo que no es poesía. ¿Qué sabe el burro de alfajores? ¿En qué se mete ese maquisapa, que no sabe distinguir un poema de una coliflor? Zapatero, a tus zapatos.


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