lunes, 3 de mayo de 2010

Reseña del poemario "El pequeño y mugroso pólack" por Diego Molina Rey de Castro


EL LADRÓN QUE SE HA ROBADO TODO:
¿QUIÉN ES “EL PEQUEÑO Y MUGROSO PÓLACK”?

Por Diego Molina Rey de Castro*


Teniendo en consideración el orgullo del poeta, el nombre de este poemario (El pequeño y mugroso pólack, Lustra editores, 2007) es, francamente, temerario. Generalmente, el poeta se siente visionario, un peregrino que busca y busca la verdad, la belleza, la realidad de uno mismo, de la poesía misma, de lo que sea. El poeta tiende a referirse a sí mismo de muchas formas; pero, como “pequeño” y “mugroso”, difícilmente. Se requiere agallas, hay que reconocerlo. ¿Qué busca uno al escribir el nombre de un libro, momento alucinado del escritor, en el cual la autoreferencia es tan peyorativa? Para Bruno Pólack (Lima, 1978) significa decir lo que uno realmente es como poeta. Cuando uno se involucra con el asunto este de forma cabal claro está.

"El pequeño y mugroso pólack" no tiene ningún respeto por el propio Bruno ni por los personajes de su poemario, ni por Franz Liszt (ni su obra) ni por nadie. Este alter ego, o, mejor dicho, este yo poético que vive dentro de Bruno toma por asalto pedazos de la vida de su creador, de historias lejanas de compositores, de inmigrantes muertos o de lo que sea que se encuentre en su camino. Una manera de asirse de todo lo que inspira, más allá de las limitaciones. Pólack encuentra así, a través de la poesía, una nueva realidad, una nueva vida. Ya no es tanto sobre si Bruno sintió o vio esto o aquello. El “pequeño y mugroso” se encarga de tomar todo lo vivido y confundirlo con otras vidas y asuntos, sin respeto alguno ni formalismos como la “intertextualidad” para tejer una nueva existencia de donde surge toda esta poesía.


La (re)invención de la soledad

“En cierto modo/ es más hermoso ver el mar que/ estar en él.” Así culmina el poema Origen. Este verso puede resumir la frustración de Pólack que tiene frente a sí una serie de situaciones que no puede aprehender, ni estar inmerso. Observa lo que sucede a su alrededor y, tratando de corromper la frustrante distancia, por medio de la poesía, se apropia de la imagen, de los hechos y recrea un nuevo mundo. En L´artison de son prope malheur, que podría denominarse como “poema estilo policial” se origina de un cadáver recogido por la policía en un río. Desde ese cuerpo, se desenvuelve toda una historia entre el escritor y el muerto –probablemente un inmigrante llamado Rachid– una historia pasional, en la cual, inclusive hay un personaje llamado Bruno. La ubicación es europea, lo más probable. El pequeño y mugroso se apropia y alucina la vida y las historias de sus héroes, no las observa como quien ve al mar, las origina y las vive. Las fronteras de lo real y lo imaginario, en su poesía, caen para crear un libro donde el resultado en sí mismo es la nueva verdad, la esperada, la deseada, la que hubiera sido posible en otros contextos.

Así, la imposibilidad de asirse a las cosas que rodean al poeta, de aprehender las emociones y los sucesos requieren de una voz que lo hace sin compasión. El yo poético convive con el autor y le da “sentido” al mundo, a un mundo extraño que requiere de la invención para lograr capturarlo. La realidad, las dimensiones (tiempo y espacio) son adquiridas por el yo poético con la libertad que no tiene el poeta en sus limitaciones físicas. La lucidez del escritor requiere de la locura de la cual es dueño el pequeño y mugroso. La poesía en este sentido, necesita esta actitud que adquiere los elementos como propios para crear y recrear.

De esta manera, hasta los poemas más personales de este libro muestran la intensión de estar totalmente en la emoción, en la sensación, por lo cual se requiere a alguien más dentro de uno mismo para poder entender y adquirir. Ya no con sentido de los real o búsqueda de una verdad que quizás no existe o que quizás es imposible de conocer con integralidad. El pequeño y mugroso debe hacerse cargo de este sucio trabajo y hacerlo como pueda en función a lo que está dentro y fuera de Bruno.

Las emociones, lo que se observa y lo que hace son las herramientas de trabajo de este yo poético que debe recrearlo todo en algo que tenga sentido. El escritor, tiene una serie de limitaciones como lo físico, la educación, la ley (Bruno estudió Derecho), etc. En cambio, el mugroso puede traspasar todo esto e interpretarlo con la indecencia y la impunidad que puede ser “delincuencial” para el yo de la persona que, a su vez, no puede contener a esa voz. Que, al mismo tiempo, necesita de aquél para poder intentar, en lo que dura un poema, aprehender los sucesos y traducirlos en poesía escrita. Esa voz mugrosa permite, al fin y al cabo, la sanidad del propio escritor. El mugroso, igual, contiene los deseos e ilusiones de Bruno, pero los resuelve con una libertad que no tiene el segundo, pudiendo, incluso, extrapolar todo ese universo del mismo.


La ley del deseo
Volviendo a los poemas, encontramos en algunos de ellos versos desprendidos y entristecidos por la imposibilidad de la fusión con la persona a quien están dedicados, pero, a la vez, sin esconder la intensión de entregarlo todo. Aquí retorna el estilo que caracterizó a Bruno en (Alegorías hiperbólicas) o Las ruedas del beso de Reinaldo Arenas. Ese es el caso de Muchacho mordido por un lagarto, en el cual, con guiños a César Moro, el autor intenta mostrar, o entregar, aquello que le es imposible: “Adentro/ frente a ti. Hermoso el mar se levanta por ratos/ como una serpiente encantada.” Lo mismo sucede en el poema prêt à porter: “donde el estribor de mi voz,/ no fue suficiente canto para ti/ ni para nadie.” Con la misma actitud melancólica pero más introspectiva, sin objeto otro que la existencia del autor mismo, que se diferencia de aquellos poemas con toques helénicos y de otras influencias donde lo importante habita afuera, se encuentra en poemas como A bajeles:

Esto no ha pasado desadvertido
y
año tras año, para felicidad de los míos
se me sigue encomendado las mismas pequeñas labores/
por las cuales incluso,
pasada la “insensatez” de la adolescencia,
he llegado a guardar abierto cariño.

De esta manera, el autor retorna al estilo de Alegorías (poemario publicado en el 2004). A veces con los mismos encantos, a veces ya con un tono más personal y existencial como en el caso del soneto (Bruno no esconde su gusto por este estilo de origen italiano ni por poetas de la misma nacionalidad como Cesare Pavese o Cecco Angiolieri) Las ínfulas extrañas. Aquí la voz, es retomada con aquella cierta “dulzura” de Alegorías pero también con una actitud de mayor enfrentamiento, abriendo paso a los asuntos más biográficos, como en los versos mostrados, o como el siguiente: “asir la sangre desdoblada en la noria/ difícilmente levantar mi ofrenda en entrega:/ castigando al parricida, con no menos que la gloria.”

Una novedad que encontramos en este poemario es la pasión del autor por la mitología griega. Este es un terreno peligroso, considerando la audacia y erudición con la que ha sido recorrido por autores como Ezra Pound o Kavafis. Pero lo cierto es que el pequeños y mugroso no se amilana y aparecen los dioses y semidioses con una soltura que aporta a los poemas: Perséfone, Aquiles y Patroclo, se inscriben en el mundo personal del autor, con una naturalidad que los hace tan objetos poéticos como el mar o el río. Sin embargo, el autor tiene un producto más logrado cuando refiere a la historia de Odiseo, fusionando su propia historia con la de Ulises. Siendo que este poemario tiene sensación de viaje, especialmente por Europa, la visión de Lima como lo más referente a aquella isla de eterna búsqueda se presta a que el autor de la dirección de la misma: “Detenerse en Ítaca, por una tarde, a seguir pensando en Lima./ Piensa: al cruzar la calle, el malecón. A 200 metros, el mar.” En una entrevista, Bruno Pólack se refiere al mundo helénico como “(un) mundo tan rico, ineludible para nosotros, de donde salen, entre otras mentiras: la poesía y la religión.”

En suma, El pequeño y mugroso pólack es uno de los mejores poemarios aparecidos en nuestro país en el 2007. El autor retoma el estilo de su libro anterior pero le inflama una serie de nuevas influencias y actitudes personales que hacen mucho más rico su mundo y sus temas. Aquél mundo que el pequeño y mugroso toma para sí (lo hace desde el autor y para el autor) con una facilidad que le dan originalidad a la obra con una entrega total –y personal– a la poesía que empieza en el propio título de la misma y que recorre con gran frescura los poemas hasta su brillante final: “estas palabras son la ruptura del silencio/ que en buena hora/ volvemos a recobrar.” Este poemario, pasa, así, a ser, con éxito, parte de la obra total de Bruno Pólack, que empieza con las Alegorías y de quien esperamos su próximo poemario con mugriento, mas no pequeño, interés.



* Fue co-editor de las revistas Fornix y Evohé. Ha publicado poesía en varias revistas como Ajos y Zafiros, también en Portugal y Alemania. Asimismo, fue miembro del comité editorial de la revista Ideele. En el 2004 publicó el poemario Expresotranseuropeo en la compilación denominada Tetramerón.

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